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La vida extraterrestre podría prosperar en otros planetas en base al hidrógeno

Ciencia y tecnología
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Un experimento demuestra que ciertas bacterias sobrevivieron a condiciones sin oxígeno o nitrógeno, los gases abundantes en la atmósfera terrestre

La ciencia busca vida en otros planetas desde hace décadas. Sin embargo, ¿quién dice que la vida se desarrolla en otros lugares de la misma forma que lo hace en la Tierra? Esta es la premisa del nuevo estudio liderado por el MIT que acaba de ser publicado en la revista « Nature Astronomy» y que se centra en analizar si hay organismos que pueden prosperar en atmósferas dominadas por el hidrógeno, un ambiente muy distinto del nuestro, rico en nitrógeno oxígeno. Y la respuesta es que sí.

Pero, ¿por qué hidrógeno y no cualquier otro elemento? Porque este gas es mucho más liviano que el nitrógeno o el oxígeno, lo que le permitiría extenderse mucho más lejos que los planetas rocosos. Además, sería mucho más fácil de detectar y estudiar con nuestros telescopios actuales, lo que sería un plus científico. Sin embargo, habría que buscar a propósito, por lo que saber si es posible que prolifere la vida es fundamental.

«Hay una diversidad de mundos habitables, y hemos confirmado que la vida basada en la Tierra puede sobrevivir en atmósferas ricas en hidrógeno», afirma la astrónoma del MIT Sara Seager, autora principal de la investigación, quien afirma haber hallado evidencias de que formas simples de vida, como bacterias, podrían proliferar en este tipo de ambientes. «Definitivamente deberíamos agregar ese tipo de planetas al menú de opciones cuando pensamos en la vida en otros mundos, y en realidad tratamos de encontrarla».

Un ambiente parecido en la prototierra

En la Tierra primitiva, hace miles de millones de años, la atmósfera era muy diferente a la de hoy. El protoplaneta aún no había recibido oxígeno, y estaba compuesto por una sopa de gases, incluidos dióxido de carbono, metano y una fracción muy pequeña de hidrógeno. El hidrógeno permaneció en la atmósfera durante posiblemente miles de millones de años, hasta lo que se conoce como el Gran Evento de Oxidación, y la acumulación gradual de oxígeno.

La pequeña cantidad de hidrógeno que queda hoy en día es consumida por ciertas líneas antiguas de microorganismos, incluidos los metanógenos, organismos que viven en climas extremos, como en las profundidades del hielo o dentro del suelo del desierto. Estos seres se alimentan de hidrógeno, junto con dióxido de carbono, para producir metano.

Los científicos estudian habitualmente la actividad de los metanógenos cultivados en condiciones de laboratorio con 80% de hidrógeno. Pero hay muy pocos estudios que exploren la tolerancia de otros microbios a entornos ricos en hidrógeno. «Queríamos demostrar que la vida sobrevive y puede crecer en una atmósfera de hidrógeno», explica Seager en un comunicado.

Así es como el equipo amplió el hidrógeno en el experimento hasta el 100% y estudió si dos tipos de microbios podían florecer en estas circunstancias. En concreto, eligieron a la bacteria Escherichia coli, una procariota simple; y la bacteria de la levadura, más compleja y que no había sido estudiada en ambientes dominados por el hidrógeno.

Ambas son modelos recurrentes en experimentos de laboratorio. Además, pueden sobrevivir con y sin oxígeno, un beneficio para los investigadores, ya que pueden preparar sus experimentos con cualquiera de los organismos al aire libre antes de transferirlos a un entorno rico en hidrógeno.

Bajo estas premisas, cultivaron por separado ambas bacterias y después las inyectaron en unos recipientes llenos de un «caldo» o cultivo rico en nutrientes para alimentar a estos microorganismos. Luego, expulsaron el aire rico en oxígeno en las botellas y lo sustituyeron por hidrógeno. Por último, colocaron los recipientes en una incubadora, donde fueron agitadas de forma suave y para favorecer la mezcla entre microbios y nutrientes.

Cada hora, un miembro del equipo recolectaba muestras de cada botella y contaba los microbios vivos. Continuaron tomando muestras durante 80 horas. Sus resultados representaron una curva de crecimiento clásica: al comienzo de la prueba, los microbios crecieron rápidamente en número para después estabilizarse. La población, aún próspera, se mantuvo estable, ya que los nuevos microbios continuaron creciendo, reemplazando a los que murieron.

Limitaciones del estudio

Seager reconoce que los biólogos no encuentran sorprendentes los resultados. Después de todo, el hidrógeno es un gas inerte y, como tal, no es inherentemente tóxico para los organismos. «No es como si hubiéramos llenado el espacio superior con un veneno», afirma Seager. «Pero ver es creer, ¿verdad? Si nadie los ha estudiado, especialmente a los eucariotas, en un ambiente dominado por el hidrógeno, había que hacer el experimento para creerlo».

Además, la investigadora señala que el experimento no fue diseñado para mostrar si los microbios pueden depender del hidrógeno como fuente de energía, sino como punto de partida de que cierto tipo de vida podría prosperar en una atmósfera formada por hidrógeno. Pero Seager espera que el estudio fomente la conversación cruzada entre astrónomos y biólogos, particularmente en la búsqueda de planetas habitables y vida extraterrestre.