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El saltamontes que lleva 250 mil años sin sexo ni falta que le hace

Ciencia y tecnología
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La reproducción por clonación no ha impedido a este insecto tener éxito y expandirse por Australia

(ABC) .- La mayoría de los animales en la Tierra tienen dos sexos, macho y hembra, que mezclan sus genes cuando se reproducen. Sin embargo, existen excepciones a la regla. Algunas especies son exclusivamente femeninas, no practican sexo y se reproducen por clonación.

Este es el caso de un vistoso saltamontes australiano llamado, de forma muy apropiada, Warramaba virgo. Las crías nacen por partenogénesis, lo que implica que el óvulo se convierte en un embrión sin ser fertilizado por un espermatozoide. No hacen falta machos ni sexo. ¿Se puede vivir así y tener éxito desde el punto de vista evolutivo?

 

Pues parece ser que sí. Un equipo internacional ha estudiado a W. virgo y ha descubierto que la especie surgió hace unos 250.000 años a partir de un cruce entre otras dos especies diferentes de saltamontes que se reproducen sexualmente.

Según concluyen en la revista 'Science', renunciar al sexo durante tanto tiempo no afectó a su capacidad para sobrevivir y reproducirse. Por el contrario, tuvo tanto éxito como sus contrapartes que sí tienen sexo. Para los investigadores, esto supone una información fascinante sobre la evolución.

El método habitual de reproducción, que implica el cruce entre machos y hembras, «aumenta la diversidad genética y el éxito ecológico de una especie», dice Michael Kearney, de la Universidad de Melbourne. Además, ayuda a purgar una población de combinaciones de mutaciones malas. Por el contrario, en las especies partenogenéticas todos los miembros tienen genes virtualmente idénticos. Esto significa que podrían ser menos capaces de adaptarse cuando cambia el entorno y podrían acumular malas mutaciones que empeoren su estado físico. Pero los nuevos hallazgos desafían la teoría evolutiva actual sobre las ventajas de la reproducción sexual.

Sin mutaciones

La conclusión de la investigación es que el insecto se volvió partenogenético pero sin costes. En teoría, estos animales «deberían estar sufriendo de parásitos y una alta carga de mutaciones malas. Sin embargo, nuestro estudio no encuentra ninguna desventaja para W. virgo en comparación con otras especies de saltamontes que se reproducen sexualmente. De hecho, W. virgo incluso ha logrado expandirse con éxito desde el oeste hacia el este de Australia, a diferencia de sus parientes sexuales», afirma el investigador.

Además, este celibato natural tiene la ventaja de no 'perder el tiempo' buscando a la media naranja. «Encontrar pareja requiere tiempo y energía y conlleva un mayor riesgo de depredación -los animales que se aparean a menudo corren un mayor peligro de ser atacados por depredadores-. Si podemos acabar con los machos y seguir teniendo descendencia viable y la especie prospera, entonces, ¿por qué vamos a molestarnos en el sexo?», se pregunta Ary Hoffmann, coautor del estudio.

 

Warramaba flavolineata, una de las dos especies sexuales que se cruzaron para formar el partenógeno Warramaba virgo - Michael Kearney

Un solo clon

El estudio analizó más de 1.500 marcadores genéticos para evaluar la diversidad genética en W. virgo y no encontró casi ninguna variación, en marcado contraste con las especies relacionadas de saltamontes que se reproducen sexualmente. «La especie parece haberse desarrollado a partir de un solo clon altamente exitoso», afirma Hoffmann.

Según el número y la naturaleza de las mutaciones, los investigadores estimaron que W. virgo evolucionó a partir de un apareamiento híbrido entre otras dos especies de saltamontes (W. whitei W. flavolineata) hace más de 250.000 años. También demostraron que el partenógeno no tenía ventaja sobre su especie progenitora en una serie de rasgos fisiológicos como la tolerancia al calor y al frío, la tasa de metabolismo, el número y tamaño de sus huevos, cuánto tardan en madurar y cuánto tiempo viven.

«Con tantos beneficios de dejar el sexo, es sorprendente que las especies partenogenéticas no sean más comunes. Nuestra investigación propone que esta rareza probablemente se deba a restricciones en el origen más que a una extinción rápida», señala Kearney. Es decir, más especies no renuncian al sexo porque desarrollar la partenogénesis debe de ser muy difícil.

Si bien las especies partenogenéticas son extremadamente raras, algunas se encuentran en Australia. W. virgo se alimenta de arbustos y parece que seguirá muchos más años ocupando incluso los jardines.