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Dom, May

Ayotzinapa, entre depredadores de redes sociales y el ejército de idiotas

Opinión
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Carlos Ortiz Moreno / Expresiones Guerrero
Cobijados en el cobarde anonimato, los depredadores de la política siempre han buscado aprovechar los momentos álgidos de la historia de esta entidad tan vapuleada por la violencia, la pobreza y la marginación. Ningún gobierno, del partido que sea, se ha salvado de las mordeduras de esos seres que le apuestan al fracaso ajeno.

La frustración que cargan sobre sus conciencias y lomos les evita pensar que es mejor sumarse a construir una entidad para tener un porvenir mejor que el que hemos vivido desde hace muchos años. Son como los cangrejos encerrados en una cubeta que evitan que otro de los suyos logre la ansiada libertad y bienestar de la especie.
Las ¿benditas? redes sociales, esas estructuras formadas en Internet por personas u organizaciones que se conectan a partir de intereses o valores comunes, se convierten en el campo propicio para cultivar venganzas y cosechar tormentas espantosas de las que sus cultivadores, la mayoría de las veces, salen incólumes y sonrientes.
Desde la conformación de Guerrero como estado de la República, los guerrerenses hemos vivido guerras internas con carácter fratricida y nos hemos literalmente desgreñado y hasta arrancado los ojos en cada tema que sale a la palestra en tratándose de tirar al que tiene el poder político y al que tiene el poder económico.
En 61 años, Guerrero ha visto concluir sus mandatos de gobierno a Raymundo Abarca Alarcón, Rubén Figueroa Figueroa (con toda su estela de represión contra supuestos guerrilleros), Alejandro Cervantes Delgado, René Juárez Cisneros, Zeferino Torreblanca Galindo y Héctor Antonio Astudillo Flores.
Los problemas de nosotros los guerrerenses, esos que siempre hemos sido peleoneros hasta con nuestra sombra, se han multiplicado por la presencia del crimen organizado que arrasa los demás conflictos y por la forma impune en que, a veces, parecen actuar públicamente.
Hoy gobierna una mujer. Y esa mujer, todo por no traer pantalones, no tirar balazos al aire, no lanzar escupitajos al piso, no embriagarse a lo tonto y no mentarle la madre a cuanto malnacido le increpa hasta lo que come, se ha convertido en el juego perfecto de esos depredadores que ahora se cobijan en las redes sociales.
No tiene ninguna oportunidad de exhibir los logros de su gobierno porque es una mujer que debería estar en su casa cuidando a sus hijos, barriendo, trapeando y haciendo la comida. Ese es el pensamiento depredador que insanamente le lanza piedras a su andar en el gobierno.
Tenía mucha razón Humberto Eco, el odiado semiólogo, filósofo y escritor italiano, autor de numerosos ensayos sobre Semiótica, estética, lingüística y filosofía:
"Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas".
El finado Premio Príncipe de Asturias, en declaraciones tomadas por el diario italiano La Stampa en junio de 2015, afirmaba que esas redes sociales son un instrumento "peligroso" porque no permitían conocer quién está hablando.
Argumentaba que la televisión ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se siente superior. “El drama de internet es que ha promocionado al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad".
Sobre el ejercicio periodístico, Eco decía que no estaba seguro que se haya mejorado el periodismo porque era más fácil encontrar mentiras en internet que en una agencia como Reuters.
"En el viejo periodismo, por muy asqueroso que fuese un periódico, había un control. Pero ahora todos los que habitan el planeta, incluyendo los locos y los idiotas, tienen derecho a la palabra pública".
El que entendió, entendió…