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Dom, Abr

La realidad histórica tras los delfines espía (y kamikaze) entrenados por la URSS

Mundo
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La ballena espía que han descubierto unos marineros noruegos no es la priemra en participar en una contienda. Otros tantos mamíferos han luchado durante conflictos tan famosos como la Guerra Fría

La noticia que ha saltado este martes a los medios de comunicación bien podría haber salido de una película de Hollywood: unos pescadores de Noruega se han topado con una beluga blanca con un extraño arnés a su espalda. Según han narrado varios medios de comunicación anglosajones, la conducta del animal (que nadaba tras los buques y tiraba de sus cabos) y la posibilidad de que a los mencionados correajes pudieran adosarse una cámara o un arma han hecho sospechar a los expertos que la ballena cuenta con entrenamiento militar. Probablemente soviético. Ni más ni menos

¿Realidad o broma de mal gusto? En este artículo no buscamos dirimir la posibilidad de que la beluga haya sido entrenada o no por los servicios secretos de Putin (si me permiten cierta sorna). Todo lo contrario. Nuestro objetivo es demostrar que no es la primera vez que los ejércitos se valen de animales para vencer a sus enemigos. Y si no se lo creen, basta con poner tres ejemplos: el oso pardo que ayudó a los polacos a combatir contra los nazis; los perros bomba entrenados por los soviéticos para hacer estallar los carros de combate enemigos y, para terminar, los delfines detectores de submarinistas (y kamikaze,s en determinados casos) adiestrados en la Guerra Fría.

Existen muchos más. Desde las palomas que se utilizaron en el Desembarco de Normandía, hasta Simon, un pequeño gato blanco y negro que fue enterrado con honores militares por haber servido valientemente (cazando ratas) en el «HMS Amethyst». Sin embargo, estos tres se cuentan entre los más curiosos que ha dejado la historia de la guerra. Aunque otros tantos fueron galardonados con la Medalla Dickin (la «Cruz de la Victoria» que se entrega a los animales desde el año 1943).

El oso pardo que amaba la cerveza

Entre las historias más famosas de la Segunda Guerra Mundial se encuentra la de Wojtek, un oso pardo que los soldados polacos hallaron, siendo todavía una cría, durante su camino hacia el Líbano. «Unos cazadores habían matado a su madre y el osezno se encontraba en muy malas condiciones; a duras penas podría sobrevivir», afirma el historiador y periodista Jesús Hernández en su libro «Historias asombrosas de la Segunda Guerra Mundial». Aquel animal se convirtió, así, en la mascota de la 22ª Compañía de Transporte.

A partir de entonces, los soldados alimentaron al oso a base de leche condensada mezclada con agua. El pequeño oso fue creciendo hasta que, cada vez más, empezó a asemejarse a un verdadero soldado. «En los desfiles, 'Wojtek' caminaba erguido sobre dos patas y en los trayectos en Jeep o camión iba sentado como cualquier pasajero» asevera Hernández en el libro. Además, y para mayor asombro, fue abandonando la leche para desarrollar una curiosa afición por la cerveza.

Junto a sus dueños, Wojtek participó en batallas tan famosas como la de Montecassino. Aunque no con armas, sino con las cajas más pesadas a sus espaldas. No era raro ver al bicho en primera línea de batalla transportando hasta sus compañeros más balas para sus fusiles o agua y comida para las posiciones más avanzadas. Así se convirtió en un héroe. El asombro por parte de los polacos fue tal que, incluso, cambiaron el emblema de su unidad por el de un oso con un bomba.

Perros bomba

El segundo ejemplo es más triste que el del cariñoso Wojtek y nos obliga a trasladarnos hasta la URRSS. Fue allí donde los soviéticos entrenaron a perros para que, ataviados con un curioso mecanismo, se dirigieran hacia la parte inferior de los carros de combate alemanes y los hiciesen estallar. En principio no se buscaba que se suicidaran, sino que dejaran el TNT bajo el blindado y volvieran junto a sus amos. Sin embargo, la dificultad de entrenarlos para ello llevó a los responsables adiestrarles para que fueran kamikazes.

Lo cierto es que estos perros suicidas llamaron la atención de los alemanes, quienes se llevaron algún susto que otro al encontrarse con ellos. Precisamente uno de los primeros que tuvo el «honor» de toparse con estas extrañas armas fue el coronel Hans von Luck, un reconocido as de los Panzer. Hasta un héroe de tales dimensiones se quedó asombrado cuando vio, por primera vez, a estos canes:

«Una vez, cuando íbamos a abandonar un pueblo, un perro empezó a correr hacia nosotros. Meneaba su cola y gemía. Cuando intentamos capturarle, se arrastró debajo de un vehículo blindado. Al cabo de unos segundos oímos un “bang” y, después, una severa explosión. El vehículo se dañó. Corrimos hacia el animal muerto y descubrimos que tenía una carga explosiva enganchada que se activaba con un detonador con un pasador. Cuando el perro se arrastró debajo del vehículo, el detonador chocó contra la parte inferior y se activó desencadenando una explosión».

Con todo, estos perros dejaron de ser efectivos cuando perdieron el elemento sorpresa. A partir de entonces, los alemanes tan solo tenían que dispararlos para acabar con su vida o que, simplemente, huyeran. Al final, los soviéticos dejaron de utilizarlos debido a que eran muy peligrosos, pues no era raro que el perro, asustado, regresara junto a sus amos con el TNT a sus espaldas.

Delfines en la Guerra Fría

Por último, los delfines son un arma secreta que los soviéticos han utilizado también, aunque ya en los años cincuenta. En 2004, diarios anglosajones como el «Daily Telegraph» informaron de que la URSS había entrenado a estos mamíferos durante la Guerra Fría para desactivar minas submarinas, atacar a buzos enemigos con arpones atados a sus espaldas o -incluso- para estrellarse contra navíos enemigos con bombas atadas a sus espaldas.

Al parecer, y siempre según la versión del «Telegraph», el entrenamiento de estos animales comenzó en la URSS en torno a 1960 con varias finalidades. En primer lugar, este curioso programa habría pretendido enseñar a los delfines a hallar explosivos y minas bajo el agua, evitando así el peligro para los buques soviéticos durante la Guerra Fría.

A su vez, los expertos rusos habrían intentado también que los delfines atacaran a buzos mediante arpones y cuchillos atados a sus espaldas. Finalmente, estos mamíferos también habrían recibido entrenamiento para cargar con una bolsa llena de explosivos y lanzarse de forma suicida contra los navíos enemigos. Un historia, sin duda, increíble.

Con la caída de la URSS en 1991, Ucrania habría heredado esta extraña unidad y a sus entrenadores. Sin embargo, debido a la escasez de enemigos a partir de entonces, la habría dedicado presuntamente a participar en terapias de natación con niños discapacitados. En 2012 se habría relanzado un nuevo programa de entrenamiento para estos mamíferos para hallar armas perdidas y obstáculos sumergidos. Así, hasta la anexión de Crimea por parte de Rusia, cuando Putin, habría vuelto a reactivarla.