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Dom, May

Nadal y Thiem, dos campeones en reconstrucción

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TENIS...  El balear debuta el martes en el cuadro individual ante el austríaco, en progresión tras una lesión en la muñeca, y con quien disputó dos finales de Roland Garros (2018 y 2019)

El resultado, en realidad, era lo de menos. Irrelevante ese 6-4 y 6-4 que sufrió Rafael Nadal (con Marc López de pareja) ante la más experimentada y local Max Purcell y Jordan Thompson en su primer partido en Brisbane, once meses después de su último encuentro oficial. De ahí que lo importante de ese partido fuera ver a un Nadal que vuelve a disfrutar del tenis. Por eso, fue una derrota de las que no duelen y de las que, al contrario, ayudan a tomar confianza ante objetivos más altos, que comienzan este martes mismo en el debut en el cuadro individual ante Dominic Thiem (Movistar).

En esta primera incursión en el circuito fueron 73 minutos de juego para que las piernas empezaran a despejarse del letargo tras el parón más largo que han sufrido en la carrera del balear (seis meses de pausa en 2016, cinco en 2021, pero no los once de esta ocasión), la mano recuperara esos automatismos que lo han llevado a conquistar 22 Grand Slams (92 títulos en total) y la cabeza llenara el depósito de confianza y ambición.

Fue una hora y trece minutos de muy buenas maneras, con derechas y reveses en progresión. Sobresalió, sin duda, un estupendo fondo físico para atender al juego rápido y de reflejos al que obliga el dobles -se movió bien en la red y con confianza al ejecutar saques y remates- con el que poner realidades y signos ciertamente optimistas ante todas las incógnitas planteadas cuando anunció su vuelta. «Me siento preparado para competir. Luego, lo que pueda pasar en la competición, no puedo saberlo», argumentó. Al tenis añadió la actitud de todo principiante que sabe que lo mejor está por llegar y sonrisas y complicidad con su equipo porque saben que este es el comienzo de algo mucho más grande. Ya lo decía a su llegada a Brisbane: «Estar aquí ya es una victoria».

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Porque han pasado 347 días en los que el balear ha ido cumpliendo ese inmenso reto que se propuso el pasado 18 de enero. Ahí, agachado y con gestos de dolor después de correr hacia una pelota ante Mackenzie McDonald, con otra derrota ante su propio cuerpo -rotura en el psoas-, no podía saber que empezaba el camino hacia el truco más difícil de su carrera: una reconstrucción pieza a pieza desde aquel Nadal que claudicaba ante otra cicatriz hasta este que sonríe aunque pierda porque vuelve a disfrutar del tenis y de la competición.

Una reconstrucción que le ha llevado once meses concluir. Porque iban a ser seis semanas de baja por ese problema en el músculo en enero, pero que se alargó más de la cuenta. Se fueron acabando las paradas para intentar subirse al tren del circuito para la temporada de tierra batida, y en mayo, apenas unos días antes de comenzar Roland Garros, Nadal se paró. Dio por concluido el curso y se dedicó en cuerpo, mentalidad y alma a ese objetivo mayúsculo de no despedirse del tenis en una sala de prensa.

«¿Si pensé en la retirada en este tiempo? Claro que sí. ¿Tiene sentido hacer todo esto a los 37 años, sabiendo que hay una posibilidad de no poder volver de la manera en la que quiero volver? He tenido que vivir muchas cosas para regresar. Hubo un momento en el que decidí continuar. Me sentí con la determinación de continuar», reconocía este domingo según recoge AFP. Así lo hizo. Día a día, operación para arreglar el psoas y limpiar viejas heridas de por medio, Nadal fue añadiendo piezas de sí mismo hasta completar esta nueva versión que se vio ayer en las pistas del torneo de Brisbane. Y que solo fue un atisbo de lo que será. Y por lo mostrado hay muy buena pinta en este Nadal 2024. Por todo lo que ya ha demostrado en el pasado, no se entendería de otra manera.

«Estoy bastante contento porque soy capaz de sentirme competitivo contra los jugadores que he jugado. Eso es mucho para mí, porque hace un mes no sabía si tendría la oportunidad de venir aquí o de sentirme a gusto en los entrenamientos», admitía el balear, contento con el presente, sin mirar demasiado al futuro. «Soy consciente de que las cosas no van a ir bien, es casi imposible que vayan bien. No soy cabeza de serie y tengo la edad que tengo. Por supuesto no tengo las expectativas que solía tener en el pasado, especialmente al principio, porque ha pasado un año y una operación. No es mucho tiempo practicando a un nivel decente. Para mí, es un poco impredecible cómo van a ser las cosas», apuntó más realista que nunca.

Centrado en el hoy
Se ha encargado de desmontar la lógica una y mil veces, pero sabe que la realidad lo pondrá en su sitio. Mañana, sin ir más lejos, tendrá el examen individual con el que calibrar mejor el hoy para ir puliendo los detalles del mañana. Este Nadal-Thiem (9-6 para el balear) fue otrora una final de Grand Slam (Roland Garros 2018 y 2019), pero se cruzan en la primera ronda de un ATP 250 en caminos paralelos de progresión. El austríaco también ha pasado por una larga lesión en la muñeca y, después de dos años de altibajos, comienza a ofrecer signos de lo que fue, aunque todavía circule por el puesto 98 del ranking.

Thiem, 30 años, llegó a catapultarse hasta el podio de la ATP (fue 3 en 2020) después de una trayectoria más que notable sobre todo en tierra batida. De ahí que se lo considerara un digno sucesor de Nadal en esta superficie. También llegó a la final del Abierto de Australia en 2020, pero se coronó, no obstante, en el US Open de ese año pandémico, su primer y único Grand Slam, por el momento.

Contra Nadal se ha enfrentado en quince ocasiones, con seis victorias, entre las que se incluyen los dos últimas citas y más recientes, ambas en 2020. Porque a partir de conseguir el techo, a Thiem le pesó la presión y lo acompañaron las lesiones. Sobre todo, una en la muñeca por la que tuvo que empezar de cero; es decir, recuperar sensaciones y golpeo en los torneos challenger (circuito un escalón por debajo del profesional). De hecho, para esta nueva cita con Nadal, el austríaco tuvo que pasar por la fase previa y ganar dos encuentros, uno de ellos suspendido por la aparición de una serpiente venenosa en la pista.

Nadal, 672 del mundo, está iniciando también ese trazado de empezar desde cero (aunque directamente en el circuito ATP) y solo se permite el hoy, como ha hecho siempre. «No puedo predecir si mi cuerpo me permitirá disfrutar del tenis tanto como disfruté los últimos veinte años. No sé si mi cuerpo me permitirá ser competitivo. Quiero decir, no en el sentido de ganar los eventos más importantes, sino en el sentido que me hace feliz, sentirme competitivo para salir a la pista y sentir que puedo competir contra cualquiera».

Por eso, la derrota del dobles se desarrolló entre sonrisas y bromas. «Importa poco si al final gano o pierdo, mientras pueda recuperar esa sensación de disfrutar y competir». Nadal vuelve a ser tenista, vuelve a ser feliz.