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La verdadera historia de cómo el coronavirus llegó a la Casa Blanca y acabó llevando a Trump al hospital

Ciencia y tecnología
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Una multitudinaria recepción en el jardín acabó convirtiéndose en el foco del contagio

(ABC) Cuando el sábado 26 de septiembre minutos antes de las cinco de la tarde la prensa cruzó los pasillos del Ala Oeste de la Casa Blanca y fue conducida por el Servicio Secreto hasta el rosal que hay ante el Despacho Oval, la escena parecía de otro tiempo. Concretamente, el tiempo en que no había una pandemia global que ha matado a más de un millón de personas. La razón es que había 160 personas sentadas en una decena de filas de sillas blancas, apretadas unas contra otras, sin guardar distancia de seguridad ni llevar mascarillas. En esta multitud había abundante población de riesgo, por su edad avanzada. Eran senadores, ministros, empresarios, reverendos, rectores, la primera dama y hasta el

Donald Trump y su mujer han dado positivo en coronavirus, según anunció el mismo presidente en la madrugada del viernes, y ha suspendido los actos de campaña. Aun así, el médico de la Casa Blanca ha afirmado que seguirá desempeñando las funciones de la presidencia «sin interrupción». La última vez que se vio en público al presidente fue el jueves por la noche, a su regreso a la Casa Blanca de un acto con donantes, y no parecía mostrar síntomas.

Horas después, el equipo de Trump ha anunciado que el presidente presenta síntomas de coronavirus, si bien leves. El jefe de gabinete de la presidencia, Mark Meadows, habló brevemente con los periodistas este viernes al filo de las 11 de la mañana, justo a la puerta del Ala Oeste, a la que Trump no ha acudido a trabajar porque está en cuarentena en la residencia, que está en las plantas superiores del edifico principal de la Casa Blanca. «Siguen ambos de buen humor, y el presidente sí tiene síntomas… leves», dijo Meadows. «Tenemos un presidente que no solo está trabajando sino que seguirá desempeñando sus labores», añadió el jefe de gabinete, quien explicó que se está haciendo pruebas a todos los empleados de la Casa Blanca que han estado en contacto con Trump en días recientes.

Pence dar negativo

Por su parte, el vicepresidente, Mike Pence, y su mujer han dado negativo, según ha anunciado su portavoz esta mañana. Ambos han mantenido reuniones en días pasados. Si el presidente quedara incapacitado de forma temporal, el vicepresidente debería ocupar sus funciones tras una decisión del gabinete de ministros.

Varios líderes mundiales han ofrecido su apoyo al presidente estadounidense, incluido Vladímir Putin, quien en un comunicó le ha dicho: «Espero que su gran vitalidad, su buen espíritu y optimismo le ayuden a superar este virus». Al tener 74 años, Trump está en el grupo de población de riesgo ate el virus. El británico Boris Johnson, que superó la enfermedad en mayo, tras ser ingresado grave, también le deseó una «pronta recuperación».

Fue el propio presidente de EE.UU. quien admitió haber contraído el virus en su cuenta de Twitter pasada la una de la madrugada, pocas horas después de que una estrecha colaboradora de su equipo, Hope Hicks, reconociera que había contraído la enfermedad. La Casa Blanca añadió que Trump seguirá trabajando desde su residencia, y participando en algunos actos por teléfono. Un viaje de campaña a Florida este viernes queda anulado.

«Esta noche, la primera dama y yo hemos dado positivo en un test de Covid-19», dijo el presidente en la red social. «Comenzaremos nuestra cuarentena y nuestro proceso de recuperación inmediatamente. Superaremos esto juntos».

El médico de la Casa Blanca, Sean Conley, aseguró en un comunicado que «los dos están bien y planean quedarse en casa durante la convalecencia». Ese mismo doctor ha asegurado en sus chequeos habituales con el presidente que este se encuentra en perfecto estado de salud. El presidente se somete habitualmente a pruebas de coronavirus, igual que quienes le visitan.

El martes, en el debate electoral que tuvo con Joe Biden en Ohio, Trump se burló del demócrata por no llevar máscara. «No uso máscaras como él», dijo Trump sobre Biden. «Cada vez que lo ves, tiene una máscara. Podría estar hablando a 200 pies de mí y aparece con la máscara más grande que he visto». Los dos candidatos no estuvieron cerca el uno del otro y no se estrecharon la mano en el debate.

Hicks, la asesora de la campaña para la reelección de Trump, dio positivo después de haber compartido con el presidente varios viajes esta semana. El sábado acompañó a Trump en un mitin en Pensilvania, como también hizo en Cleveland (Ohio) en el debate del pasado martes. El miércoles viajó a Minnesota con el presidente para otro acto electoral. En estos trayectos, se trasladó con Trump en el avión Air Force One y en el helicóptero Marine One, donde se sentaron cerca.

Hicks es una persona de confianza de Trump. Ha trabajado con el multimillonario neoyorquino desde antes de su aventura presidencial y es una de las pocas personas que entran y salen de forma habitual del Despacho Oval. Como otros ayudantes de Trump, se le ha visto en muchas ocasiones sin mascarilla. Por ejemplo, en los actos del presidente en Pensilvania y Cleveland.

Hicks mostró síntomas la noche del miércoles. El jueves, Trump prosiguió con su agenda de actos y participó en un evento de recaudación de fondos en New Jersey, donde dio un discurso y estuvo en contacto próximo con decenas de personas.

Grupo de riesgo de coronavirus

La enfermedad sorprende a Trump a poco más de un mes de las elecciones presidenciales, el próximo 3 de noviembre, y en medio de una frenética actividad de campaña. Trump ha tenido actos en varios estados en esta semana. La mayoría de los asistentes a sus mítines no llevan mascarilla ni guardan distancia de seguridad. En el debate del pasado martes, mostró una mascarilla que sacó del bolsillo interior de su chaqueta y bromeó sobre la costumbre de su rival, el demócrata Joe Biden, de aparecer con mascarilla en todos sus actos públicos.

Trump también se ha mofado de las precauciones tomadas por Biden, que ha hecho buena parte de la campaña sin tener apenas contacto con los votantes, y a través de conferencias y actos virtuales desde su mansión en Delaware.

Desde el principio de epidemia, Trump ha tratado de quitar importancia al virus, que ha causado más de 207 mil muertos en EE.UU. y ha provocado una crisis económica con millones de empleos destruidos. En un principio, el presidente aseguró que el virus desaparecía con la llegada del calor y ha mantenido enfrentamientos constantes sobre la importancia de la epidemia de coronavirus y las medidas para combatirla con los expertos médicos de su Administración.

Poco antes de conocerse su positivo, en un acto electoral del jueves por la noche, dijo que «el fin de la pandemia está a la vista», a pesar de que la mayoría de los expertos ven probable que haya una segunda oleada de contagios.

En cuanto la epidemia dio un pequeño respiro a EE.UU. y se empezaron a levantar las restricciones a finales de mayo, Trump decidió volver a la carretera. En junio celebró un mitin en Tulsa (Oklahoma) en un espacio cerrado y uno de los asistentes, el ex candidato presidencial republicano Hermann Cain falleció con el virus pocos días después.

El positivo de Trump abre un escenario de incertidumbre en EE.UU., con un clima político de alta tensión. Si el presidente no pudiera ejercer sus funciones por enfermedad o tratamientos médicos, como ocurrió de forma temporal con Ronald Reagan en 1985 y con George W. Bush en 2002 y 2007, ocuparía el cargo el vicepresidente, Mike Pence. Antes tendría que declararlo incapaz el consejo de ministros.

Si Pence tampoco pudiera hacerlo, la presidencia quedaría al frente de la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi. «No es algo que contemplemos», aseguró la jefa de prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany. «Vamos a mantener la salud del presidente».