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La turbulenta historia de Vesta, el asteroide con volcanes que arrojó restos sobre la Tierra

Ciencia y tecnología
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Es el segundo asteroide más grande del Sistema Solar y tiene un diámetro de más de 500 kilómetros

Científicos de la Universidad de Curtin han arrojado algo de luz sobre los orígenes del asteroide Vesta, una suerte de «cápsula del tiempo» de los primeros días del Sistema Solar que ha llegado a arrojar restos a la Tierra es sus primeros turbulentos momentos de vida.

El líder de investigación, el profesor Fred Jourdan, de la escuela de Ciencias de la Tierra y Planetarias de la Universidad de Curtin, afirma en un comunicado que Vesta es de gran interés para saber cómo surgieron y evolucionaron los planetas.

«Vesta es el único asteroide en gran parte intacto que muestra una diferenciación completa con un núcleo metálico, un manto de silicato y una corteza basáltica delgada. También es muy pequeño, con un diámetro de solo unos 525 kilómetros», afirma Jourdan. Si bien es pequeño para ser un planeta (lo califican de «planeta bebé» tanto por su tamaño como por su estancamiento en una fase primaria de la formación), se trata del segundo asteroide más grande del Sistema Solar. Y, de hecho, a veces es visible a simple vista desde la Tierra como un punto brillante en el cielo.

Un impacto que afectó a la Tierra

Este mundo, situado en el cinturón de asteroides (entre las órbitas de Júpiter y Marte) fue descubierto a principios del siglo XIX. Tiempo después se conoció que Vesta perdió cerca del 1% de su masa en un impacto ocurrido hace menos de 1.000 millones de años, creando una especie de «cola» de fragmentos, algunos de los cuales llegaron a la Tierra, concretamente a la Antártida. El equipo de Jourdan ha aunado datos de este hallazgo junto con lo recopilado por la misión Dawn de la NASA, que orbitó sobre el asteroide en 2011.

 

Así, la investigación encontró infromacón nueva muy sorprendente sobre este mundo: «Vesta estuvo volcánicamente activo durante al menos 30 millones de años después de su formación original, que ocurrió hace 4.565 millones de años. Si bien esto puede parecer un periodo corto, de hecho es significativamente más largo de lo que la mayoría de los otros modelos numéricos predicen, y es inesperado para un asteroide tan pequeño», afirma el estudio, publicado en « Geochimica et Cosmochimica Acta». Si esto es así, los investigadores sugieren que bolsas de magma podrían haber sobrevivido dentro de la corteza del asteroide.

Trudi Kennedy, también de la Escuela de Ciencias Terrestres y Planetarias de Curtin y coautor del estudio, explica que en el momento en el que grandes asteroides chocaban con Vesta, estos impactos creaban cráteres de diez o más kilómetros de profundidad de la corteza volcánicamente activa del asteroide. «Para poner esto en perspectiva, imagina un gran asteroide chocando contra la isla volcánica principal de Hawai y excavando un cráter de 15 kilómetros de profundidad. Eso da una idea de la tumultuosa actividad que estaba ocurriendo en Vesta en los primeros días de nuestro Sistema Solar», afirma Kennedy.

Cámaras de magma y un conglomerado de asteroides

Los científicos fueron aún más allá en los datos y observaron que algunas de las rocas de Vesta estaban enterradas demasiado profundo como para verse afectadas por los impactos de asteroides. Sin embargo, sí que sufrieron otro fenómeno que las cambió: al estar relativamente cerca del manto, se vieron fuertemente afectadas por el calor natural del centro del protoplaneta y, como resultado, se metamorfosearon.

«Lo que hace que esto sea interesante es que nuestros datos confirman aún más la sugerencia de que los primeros flujos de lava erupcionada en Vesta fueron enterrados profundamente en su corteza por los flujos de lava más recientes, esencialmente superponiéndolos uno encima del otro. Luego fueron 'cocinados' por el calor del manto del protoplaneta, modificando las rocas», afirma Kennedy.

El equipo también concluyó que los meteoritos que llegaron a la Tierra y fueron analizados fueron expulsados de Vesta durante un gran impacto, posiblemente hace 3.500 millones de años, y se aglomeraron en el interior de un nuevo y más pequeño asteroide construido a partir escombros, donde estaban protegidos de cualquier impacto posterior.

«Esto es muy emocionanteporque nuestros nuevos datos traen mucha información nueva sobre los primeros 50 millones de años de la historia temprana de Vesta, que cualquier modelo futuro ahora tendrá que tener en cuenta», explica Kennedy. «También plantea el punto de que si el volcanismo pudiera durar más de lo que se pensaba anteriormente en el protoplaneta, entonces tal vez el vulcanismo en la Tierra primitiva misma podría haber sido más enérgico de lo que pensamos actualmente». Aún así, Vesta sigue guardando muchas preguntas en su interior.