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25 días y medio para demostrar que la NASA puede volver a pisar la Luna

Ciencia y tecnología
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La nave Orion ha sido lanzada este miércoles para orbitar dos veces nuestro satélite y regresar con amplia información que servirá para las tripulaciones del futuro, que alunizarán a partir de 2025

(ABC).- Ha sido un camino muy arduo: más de dos años de retraso acumulaba la misión Artemis I, el pistoletazo de salida al nuevo programa lunar de la NASA, que pretende volver a llevar astronautas sobre la superficie de nuestro satélite -incluidos la primera mujer y la primera persona de color-. Prevista en un principio para despegar en 2020, la complejidad del proyecto, los retrasos acumulados en el megacohete de 98 metros de altura Space Launch System (SLS) y, como colofón final, una pandemia, provocaron que el primer lanzamiento se demorase hasta el segundo trimestre de 2022.

No terminaría ahí el particular 'calvario' que lleva acompañando al proyecto casi desde el principio: varios test cruciales fallidos, dos tentativas abortadas por fugas y fallos en el cohete y, para colmo, dos huracanes que afectaron a la península de Florida ponían en tela de juicio la capacidad de la NASA de volver a repetir una gesta que no se produce desde hace medio siglo.

Sus responsables pedían paciencia para el vehículo nuevo y mejorado que llevará a las tripulaciones del futuro primero a la Luna, luego a Marte y después más allá. Pero la presión de todos los fallos recaía visiblemente sobre el equipo, que trabajaba a contrarreloj con cada contratiempo. Finalmente, la NASA ha vuelto a hacer historia este miércoles, tan solo 42 minutos más tarde de la hora prevista, a las 4.49 hora en Florida (7.49 hora peninsular). Por fin, el mundo ha podido contemplar al SLS portando a la cápsula Orion surcando el cielo.

«Cuando he visto la cola de fuego que dejaba el SLS pensaba en que aquello era la deuda que teníamos con todos los astronautas que desgraciadamente hemos perdido en otras misiones. Hemos probado y llevado al límite al vehículo para asegurar la seguridad de las futuras tripulaciones», afirmaba Bill Nelson, administrador de la NASA y exastronauta de la agencia durante la rueda de prensa posterior al lanzamiento.

La frase no era baladí, pues Nelson siempre ha aludido a su experiencia en el Transbordador Columbia cuando era interrogado acerca de los retrasos: su misión fue retrasada hasta en cuatro ocasiones por motivos de seguridad. Y, aún así, fue el último vuelo del programa antes del fatal accidente del Challenger, donde murieron siete personas. «Hemos aprendido mucho y nuestro principal objetivo es traer a la gente sana y salva de nuevo a casa», ha añadido.

Un viaje sin tripulación (humana)

Tras esa estela que ha dejado el cohete ha comenzado un camino de 25 días y medio en el que la agencia espacial estadounidense tendrá que seguir demostrando cosas: no solo que ha podido despegar con su cohete más potente hasta la fecha, sino que la cápsula Orion, en la que ahora mismo van sentados tres maniquíes llenos de sensores que recabarán información de su periplo espacial, es segura para los siguientes vuelos en los que, entonces sí, viajarán astronautas de carne y hueso.

Así, los próximos seis días se acercará a la Luna, realizando el próximo lunes, 21 de noviembre, su maniobra más cercana a la superficie de nuestro satélite, a tan solo 100 kilómetros del suelo. Esta acción servirá para que la nave utilice de palanca la gravedad lunar, llevando a Orion lo más lejos que ninguna nave tripulada ha estado nunca, a 483.000 kilómetros de la Tierra. Este récord ocurrirá, si todo va según lo previsto, el 28 de noviembre.

El día 16 de la misión (que corresponderá al 1 de diciembre), Orion, que también posee participación de la Agencia Espacial Europea (ESA), tomará rumbo de nuevo a la Luna para realizar su segundo y último paso sobre ella, donde encenderá motores para corregir trayectoria cuatro días después y poner rumbo a casa.

A partir de ahí, un 'crucero' de otros seis días hasta la reentrada, prevista para el día 11 de diciembre. Aquí tendrá lugar otro momento delicado del viaje: la cápsula, con el escudo térmico más grande creado hasta la fecha, deberá soportar temperaturas de hasta 2.750 grados Celsius -aproximadamente la mitad de la temperatura de la superficie solar-, a una velocidad de 40.000 kilómetros por hora.

Tras superar la prueba de fuego, aterrizará en paracaídas en el Océano Pacífico. De forma paralela, la misión, además, desplegará durante su recorrido espacial diez sondas del tamaño de una caja de zapatos-llamadas CubeSats-, cada una con diferentes experimentos científicos y demostradores de tecnología que ampliarán la información recogida en el viaje.

«Ha costado mucho llegar hasta aquí, pero ahora Orión está de camino a la Luna», dijo Jim Free, administrador asociado adjunto de la NASA en la Dirección de Misiones de Desarrollo de Sistemas de Exploración. «Este exitoso lanzamiento significa que nosotros y nuestros socios estamos bien situados para explorar más lejos que nunca en el espacio en beneficio de la humanidad».

 

Los planes para las siguientes misiones

Si todo va según lo planeado en esta misión inaugural, Artemis II ya incluirá la primera tripulación humana para repetir el mismo camino en 2024 (en una fecha aún sin especificar). Sin embargo, no será hasta Artemis III cuando los astronautas pisen de nuevo la superficie lunar, algo que ocurrirá «no antes de 2025», según afirman desde la agencia espacial estadounidense.