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Dom, May

Seguridad, la promesa pendiente

Opinión
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Queda claro que, aparte de la economía y el medio ambiente, la seguridad pública es uno de los temas que más interesa a la población y debe interesar a los tres órdenes de gobierno y a los tres poderes.

También queda claro que, en el ánimo de ser realistas, de ningún político deberíamos esperar que cumpla al 100 por ciento todo lo que ofrece cuando anda en busca del voto popular, porque todos sabemos –y el que diga que no, se engaña solo- que en su mayoría se trata de promesas incumplibles.

En el ámbito federal se le exige a Andrés Manuel López Obrador que acabe con la inseguridad porque dijo que lo haría a la brevedad tras llegar al gobierno; en Guerrero, ya pasaron más de 3 años y se le sigue exigiendo al gobernador, Héctor Astudillo Flores, su “orden y paz” ofrecido y que no llega.

Promesas, promesas… ¿y qué dice un priísta de hueso colorado al respecto? “En campaña se pueden decir muchas cosas”, expresó ante periodistas el senador acapulqueño Manuel Añorve Baños, y aunque pareciera una postura cínica –porque él mismo ha ofrecido cosas en campaña y lo seguirá haciendo-, también podría calificarse como honesta, que no honrada.

Y sí, en campaña se tiene la fórmula mágica para acabar con los problemas del país, pero ésta queda extraviada una vez que se asume la responsabilidad; los electores deberíamos ya estar curados de la etapa de promesas, y votar por aquel en quien confiemos que puede hacer un buen gobierno y que tiene la intención de hacerlo.

En materia de seguridad, como en muchas otras, si bien es cierto que el gobierno tiene la responsabilidad de proporcionarla, también es cierto que en los lugares en donde se ha logrado mejorar es que se hicieron muchas cosas y participaron todos los sectores sociales para que esto ocurriera.

Es decir, para llegar a donde llegamos con la inseguridad pasaron también muchas cosas: descuidos del gobierno, sí, pero también apatía de empresarios, organizaciones y hasta de la familia, que es de donde sale el ente que más tarde pondrá en jaque a la sociedad.

Muchos vicios se dejaron crecer y, si queremos volver a la tranquilidad, tenemos que deshacernos de ellos y tomar nuevas acciones, todos.

Con la aprobación de la Guardia Nacional en el Senado –militarizada o no, cuestión de enfoques- se da un paso importante en esta búsqueda de pacificar al país, porque se da al Presidente, si bien no una ley como la propuso, sí herramientas con las que puede hacer frente a la inseguridad y dar, así, resultados que todos los mexicanos esperamos.

En la estrategia de pacificación se está incluyendo dotar de mayores recursos a las policías estatales y municipales con el objeto de reforzarlas y puedan hacer frente al ámbito que les corresponde en el engranaje de las distintas delincuencias en acción.

Así como dice AMLO, que las escaleras de la corrupción se barren de arriba hacia abajo –que no es cosa menor- también se está implementando la estrategia de concordia desde el gobierno federal; y ahora tiene que pasar por los estados y los municipios, la familia incluida, cosa que no se logra en tres meses, aunque así se haya prometido.

En Acapulco, la presidenta municipal, Adela Román Ocampo, se encontró con un monstruo de mil cabezas, y ella lo sabía cuando buscaba dirigir los destinos del municipio más importante de Guerrero.

Por eso no se le pueden tomar válidos los pretextos para no hacer lo que le compete como autoridad municipal.

Por eso, las primeras acciones tomadas, como el de replicar el Mando Único policíaco, atacar la corrupción al interior de la Secretaría de Seguridad Pública, y buscar opiniones incluso fuera del municipio sobre cómo mejorar en este renglón tan delicado, ofrecen un panorama más claro respecto a lo que se está buscando.

En abril pasado tuvo lugar aquí el Foro Diálogos para la Construcción de Ciudades Seguras, evento en el cual se escucharon conclusiones interesantes que pasan, todas, por la participación del individuo, la familia, la sociedad, el empresario y el gobierno.

La parte correctiva, la que da resultados inmediatos, sin duda está en el ánimo de las autoridades municipales que ya están tomando acciones; el lado de la prevención, el que dará resultados a largo plazo, se está poniendo en marcha con programas que ha encabezado, algunos el DIF porteño, otros, la Secretaría de Desarrollo Social, encaminados al rescate de valores, tan necesarios como olvidados en estos tiempos de agitación social y emocional.

No esperemos resultados mágicos; sí, esperar que las autoridades hagan lo suyo y, nosotros, a buscar nuestro papel para actuar, sí, actuar, en consecuencia.

La inseguridad nos afecta a todos, la pacificación nos beneficiará a todos, busquémosla todos.