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Jue, May

La belleza negra logra el triplete en EE.UU.

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Durante décadas, las mujeres negras no podían participar en los concursos de belleza. Este año, se han llevado todas las coronas

(ABC) «Tengo mi pelo, tengo mi cabeza, tengo mi cerebro, tengo mis orejas, tengo mis ojos, tengo mi nariz, tengo mi boca, tengo mi sonrisa», cantaba Nina Simone, una de las grandes voces durante los años duros de la lucha por los derechos civiles de la minoría negra en EE.UU. En la misma canción «Ain’t Got No, I Got Life», la artista hablaba de que podían no tener casa, ni clase, ni dinero, ni perfume, ni colegio, pero nadie les podía quitar su cuerpo, su vida, su libertad.

La canción se grabó en 1968, cuando todavía al cuerpo negro no se le permitía participar en los concursos de belleza. Ese mismo año, la celebración de Miss America, en Atlantic City (New Jersey), fue agitada. Las feministas protestaban la misoginia del concurso tirando sujetadores, rulos, pelucas o pestañas postizas a la basura y el racismo de aceptar solo mujeres blancas. En otro hotel cercano, se organizó un Miss Black America, para coronar a una mujer de color, Saundra Williams. «Miss America no nos representa porque nunca ha habido una concursante negra», dijo entonces Williams. «Con este título, puede mostrarles a las mujeres negras que ellas también son hermosas».

Dos años más tarde, Miss America tuvo su primera concursante negra, después de que Cheryl Browne ganó el concurso estatal de Iowa. Un gran paso para un concurso que hasta 1940 tenía una norma escrita, la número 7, sobre quién podía participar: «Mujeres de buena salud y raza blanca».

La primera ganadora negra fue Vanessa Williams, en 1984, y otras mujeres de su misma raza empezaron a llevarse las coronas de los otros concursos de belleza consolidados en el país, como Miss USA -Carole Gist se impuso en 1990- y Miss Teen USA (para adolescentes), ganado por Janel Bishop en 1991. Desde entonces, otras han repetido su éxito y los concursos empiezan a celebrar a las mujeres hispanas o asiáticas. Este año, la culminación de la inclusión de la belleza negra en el canon estadounidense se ha producido con una triple corona: Nia Franklin se ha llevado el Miss America; Cheslie Kryst ha conquistado el Miss USA y Kaliegh Garris se ha impuesto en el Miss Teen USA. «La gente dirá que la raza no importa», aseguró Franklin tras su triunfo. «Pero la raza importa en América, por la historia, por la esclavitud».

El triple triunfo ocurre en un momento en el que los concursos de belleza, que empezaron a popularizarse en EE.UU. a comienzos del siglo XX, tratan de encontrar un encaje cada vez más difícil en la época de MeToo: privilegian una mayor inclusión -raza, orientación sexual, aspecto- y una menor tratamiento de la mujer como objeto. En los últimos años, Miss USA y Miss Teen USA han permitido participar a mujeres transexuales y Miss America ha eliminado el desfile con bañadores. Las ganadoras de este año han demostrado los esfuerzos en la diversificación de las concursantes por raza, pero todavía queda mucho por avanzar para otras minorías, como la hispana y la asiática.