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Dom, May

REAL MADRID-LEVANTE... James ordena al Madrid, Zidane lo desordena

Deportes
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Victoria blanca con buena primera parte del conjunto blanco. Cuestionables cambios de Zidane que debilitaron al Madrid y metieron al Levante en el partido

Se guardaba Zidane de inicio a Hazard y probaba con James en una especie de 4-2-3-1. La noticia era doble: el colombiano y el esquema. Porque tuvo algo de virtud re ordenadora. La zurda de James ordenó al Madrid. No era un medio emboscado, ni un delantero decaído. Era una media punta clásica llegando al área, socorriendo a los medios y participando en el juego con cambios de juegos y primeros toques que llegaban como una bendición para el Madrid.

Porque el equipo empezó renqueante. El Levante planteaba con insolencia digna de elogio una presión alta y el Madrid, lejos del tartamudeo ansioso de otras veces, se lo tomaba con calma. Había una mayor reflexión en la salida de la pelota. Esos progresos en la combinación se arruinaban al cruzar el mediocampo. Ahí el Madrid sucumbía al TOC de sus centros, los espasmódicos balones al área.

El Levante, con cinco en defensa, dirigía tres medios para una presión muy concreta en los dos medio centros madridistas. Y en ese punto justo apareció James, se notó su aportación al juego. Primeros toques, síntesis, fluidez, y arreones de presión que animaban al resto. No era solo James. El Madrid quería ser un equipo. Había algo colectivo lleno de ánimo en la presiónn.

Si en los primeros 20 minutos solo había habido algún chut lejano de Kroos, a partir de ahí se impuso el Madrid. Benzema forzó una parada de Aitor Fernández, Lucas tiró al palo y en el 25 llegó el 1-0, gol de Benzema tras un gran pase con la zurda de Carvajal.

Se jugaba bien por los costados y se buscaba el cambio de banda a banda.

Benzema repitió poco después (2-0) con un gran pase de James. Un balón suelto lo controló con un pechazo orientado como de bailarín de salsa y luego dio un pase que fue el primer soplo de vida y alegría en meses. Ese pase de James fue el primer olé natural y pleno en mucho tiempo.

Era como una neurona chispeante en el pozo negro de la depresión, como el brillo de la inteligencia tras meses de oscuridad.

Y el Madrid se desparramó reanimado a partir de esa zurda.

El tercero lo marcó Casemiro en una jugada plena con casi todos. Participó Benzema en el parto estratégico de los movimientos, siguió Lucas, más afilado que populista, y se sumó Vinicius con la asistencia.

Esa acción reinsertaba al extremo, que era el único por entrar el el círculo virtuoso. Se notó claramente que era una cuestión de confianza porque tras dar ese paso tuvo unas intervenciones otra vez incontenibles. Volvió de repente el conocido borbotón de acelerones por su banda. Luego se quedó en sifón.

El Madrid se fue al descanso rejuvenecido. Había encontrado una referencia en la zurda de James y en esa posición suya. También había algo colectivo en la nueva presión.

El gol de Mayoral nada más comenzar la segunda parte devolvió el partido a la seriedad. A una franja difusa y aún disputada.

Benzema, que ya estaba siendo el mejor, dio un tiro al palo y Vinicius demostró en el lamentable rechace que remata como un golfista que se equivocara siempre al elegir el palo de los putt.

Y en el 60 debutó Hazard, que entró en el campo como una estrella. Pisando el campo de otro modo. James tuvo que verlo y el primer balón se lo dio con una espuela de levantar al espectador. Pudimos recordar lo mucho que gustó este futbolista en su debut y fue clamoroso lo rapido de su entendimiento con Hazard.

Vinicius aun falló otra ocasión clara y cuando por fin marcó se lo anularon. Lo de Vinicius con la portería no debe de ser solo una cuestión de entrenamiento. Parece algo tan arraigado en la psique del jugador que se asemeja más al trauma. Es una inhibición traumática, de diván.

Zidane se había quedado con Kroos de único medio puro. Un equipo sorprendente y desasido que siguió atacando a partir de las pautas de James, de sus pases exactos, de sus toques rapidísimos. La sintaxis del Madrid es otra con él. James se sintió importante, central, y fue como si el Madrid corriese a su ritmo.

Vinicius estuvo más participativo en esos minutos. Alrededor de su juego hay un preámbulo de incertidumbre, de posibilidad, de los que divierten al público y dividen el Bernabéu en adeptos y contrarios, impacientes y expectantes crónicos.

Pero sin concretar nada de todo eso, el Levante seguía jugando. Sin Casemiro, sustituido por Hazard, el mediocampo del Madrid volvía a ser navegable y en el 75 marcó Melero.

El partido estaba abierto, el Levante lanzado a por ello con cambios tácticos y el Madrid dispuesto como en un partido de exhibición.

Volvía el desorden al Madrid, las avenidas en las bandas y asomaba la amenazadora figura de Morales. La debilidad defensiva del Madrid es una mezcla de anemia y tontiloquez,

Las mejores decisiones del Madrid las tomaba la zurda de James. Parecían mejores que las de Zidane, que había deshecho lo bueno conseguido en 60 minutos con un ramalazo de imprudencia en los cambios. Se sintió algo asombroso: que una pierna puede ser, en un momento dado, más inteligente que una persona. La fuerza de esta sensación es una de las cosas extraordinarias del fútbol.

Gracias a una planificación incomprensible, Zidane no tiene medios de repuesto, pero ¿y aquellos tres centrales?

El Madrid, no obstante, entendió (o más bien fue asumiendo) el mensaje de su entrenador e intentó tener la iniciativa suficiente para no sufrir al final. Pero sufrió, por supuesto sufrió, y Courtois tuvo que intervenir en el descuento a tiro de Rubén Vezo.

En esos minutos, James corrió lo suyo y lo de alguno más. Corrió como un centro del campo. Su “ganarse el puesto” es la gran novedad (la única) en el medio campismo del Madrid este año, aún más liviano y tendente al mismo caos.