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Dom, May

Nadal, en plan rodillo

Deportes
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ROLAND GARROS... Supera a Maden sin complicaciones y llega a tercera ronda cediendo solo 13 juegos. Goffin, su próximo rival

 

(ABC) De Yannick Hanfmann (6-2, 6-1 y 6-3) a Yannick Maden (6-1, 6-2 y 6-4), tan solo un juego de diferencia. Sigue Rafael Nadal a lo suyo, rapidísmo en este viaje hacia su duodécimo banquete. Va cogiendo ritmo, va ganando en confianza y, puede que lo más importante, va superando escollos sin apenas gastar energías, una noticia estupenda ante lo que está por venir. Plantado ya en tercera ronda después de consumir algo más de cuatro horas en pista, en Roland Garros ya dan por hecho que es verdad, que el mejor Nadal ha llegado a París dispuesto a todo.

Maden, como Hanfmann, fue poco más que un aperitivo para el español, enchufado esta vez en el inicio para evitar los sustos (sustitos mejor dicho) del debut. Con todo, hay que destacar que este alemán tenía mejor pinta, muy académico en sus golpes por ambos costados, dispuesto a aguantar el peloteo desde el fondo. Muy probablemente, ese fue el mayor de sus problemas, pues aceptó un combate a golpes y salió malparado. Lógico.

Tardó Maden 34 minutos en sumar su primer juego, pero Nadal (38 minutos) ya llevaba cinco, un ciclón en la Suzanne Lenglen. Ni el cambio de escenario alteró el patrón del campeón de 17 grandes, que sigue a lo suyo, sin mancharse y sin errores serios por los que preocuparse. En dos duelos desangelados, sin apenas exigencia, el mallorquín ha estado concentrado y su cara transmite buenas sensaciones.

Con el mismo patrón, para qué variar, Nadal empezó la segunda manga poniendo tierra de por medio. Hizo break, consolidó, y siguió torturando al pobre Maden, que no sabía dónde meterse. Le llegaban derechazos desde el otro lado de la pista, algún que otro revés cruzado e inalcanzable, y a favor del germano hay que reconocer que subió el nivel un poquito, lo cual fue recibido con una sonrisa por el propio Nadal. Más que nada porque le dio para confirmar que hay piernas y que funcionan los recursos, sensacional en un par de puntazos para firmar el 4-1 que puso a la Lenglen patas arriba.

Encauzado el triunfo, el español estuvo algo más espeso a la hora de cerrar la faena. Se da tan por seguro el triunfo de Nadal en este tipo de partidos en París que las citas pierden emoción, aunque siempre será un placer verle en acción en tierra batida. Maden, asumido su destino, pensó que ya que estaba ahí iba a disfrutar un poco de la mañana, y soltó el brazo para apuntarse algún que otro punto interesante. Incluso tuvo un momento de lucidez en el sexto juego para aprovechar su primera bola de break a favor y romper el saque del número dos del mundo.

Inmediatamente después, Nadal enmendó ese error y recuperó esa ventaja, pero volvió a enredarse solo con su saque, una manchita que le puso de mal humor pese a su capacidad para corregirse otra vez en un periquete. Ganó, era lo suyo, pero ese epílogo seguro que no le gustó demasiado, seguro. Brazos al cielo, puño, saludo rutinario y a pensar, ya sí, en un Roland Garros más serio, pues en tercera ronda se medirá a David Goffin (el viernes), peligroso por mucho que el belga no esté en su mejore nivel. 29 del mundo, el belga nunca ha ganado un set al balear en los tres precedentes sobre tierra, pero está fino en París, convincente ante Ricardas Berankis primero y Miomir Kecmanovic después.