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Dom, May

FÚTBOL ... Adiós al genio y figura del Atlético

Deportes
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MERCADO DE FICHAJES / Se marcha Carrasco dejando atrás seis temporadas con grandes destellos y algún lunar marcado por su carácter indómito

 

(ABC).- El refrán «Genio y figura hasta la sepultura» se ajusta a la perfección al paso de Yannick Ferreira Carrasco por el Atlético de Madrid. Belga de nacimiento, cuenta con ascendencia española. Andaluza, concretamente, por su madre y sus abuelos. Es el apellido materno el que luce en su espalda, ya que su padre, Ferreira, les abandonó cuando Yannick sólo era un bebé. Fue de pequeño cuando aprendió a regatear, en las calles, ese arte hoy cada vez más en desuso. Y siendo casi un niño, todavía no había cumplido 22 años, fichó por el Atlético. Llegó a un vestuario consagrado, proclamado campeón de Liga sólo un año antes, con pesos pesados como Gabi, Godín, Tiago o Fernando Torres. Y apenas le costó un par de meses hacerse con el puesto en el once, formando sociedad por el flanco izquierdo con Filipe Luis.

Para el recuerdo de esa primera temporada su regate diabólico en el Calderón al que después sería su compañero, Santiago Arias (entonces en el PSV), pisándola por dos veces y haciéndose un autopase que dejó al colombiano en el suelo; y el gol en la final de la Champions ante el Real Madrid, después de salir como revulsivo en el descanso y volver loco a Danilo e incluso a Sergio Ramos, que le cazó en la última jugada de los 90 minutos, en una acción que los rojiblancos reclamaron como roja.

 

Su segundo año fue aún mejor, haciendo 14 goles entre todas las competiciones. Pero en el tercero comenzaron los problemas. El carácter díscolo del belga afloró, comenzó a mostrarse displicente y falto de actitud y la gota que colmó el vaso se produjo en Bakú ante el Qarabag, de infausto recuerdo. Aquella tarde, con el equipo empatando a cero y obligado a ganar, fue sustituido a falta de 20 minutos y se marchó andando y con malas caras. Aquel episodio le costó que los entonces capitanes, Gabi y Godín, le cogieran de la pechera y le llamaran al orden. En esos días cavó su tumba en el Atlético de Madrid. Sólo un par de meses después, con el mercado de invierno ya cerrado, salió de forma trasnochada traspasado al Dalian Yifang de la liga china. En esos momentos pocos podrían imaginar que el belga volvería a vestir la rojiblanca. Pero lo hizo. De forma casi igual de sorpresiva, en una nueva ventana de invierno dos años después, Carrasco regresaba al conjunto colchonero. Apenas dos días después de su retorno, ya estaba jugando en el Bernabéu.

De China volvió «otro Carrasco»

Todos coinciden en que el Carrasco que volvió de China «era otro». Más maduro, más centrado, más comprometido, más sacrificado. Hasta el punto de que un futbolista amante de las florituras, y al que le costaba defender, sería reconvertido al puesto de carrilero por Simeone, haciéndose dueño de la banda izquierda en toda su extensión. Fue en el año del segundo título de Liga del Atlético del Cholo, la 2020-2021. Para la historia quedarán el golazo del belga al Barcelona, previo caño de espuela a Ter Stegen; el regate y asistencia a Luis Suárez en el 88 para el gol decisivo ante Osasuna de la penúltima jornada; y el ya mítico bailecito que se marcó con Kondogbia y Dembelé en el parking del José Zorrilla recién erigidos campeones.