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Dom, May

Cristiano pasa como un fantasma

Deportes
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ESPAÑA 1 - PORTUGAL 1... La estrella lusa fue suplente y no creó peligro en la media hora que jugó en un Villamarín que estuvo lejos del lleno

 

Sevilla recibe a España en un Villamarín a medias. Se palpa que la visita de la selección también pilla a desmano a los aficionados. La cifra oficial habla de 41.236 espectadores, pero en un vistazo rápido se aprecia el pinchazo de la convocatoria. Solo los fondos logran alcanzar un aspecto decente, mientras que la tribuna y el lateral inician el partido con numerosísimos asientos vacíos pese a la animosa presencia de un buen número de portugueses. Echa en falta la afición sevillana, en especial la bética, la presencia en la selección de alguno de los suyos. No les basta con Gavi, pese a que la participación del azulgrana valga por dos o por tres.

No descansa Luis Enrique, que se desgañita como siempre.

Más aún viendo el tono decaído con el que arranca el duelo. El seleccionador empieza a ser previsible no solo en sus convocatorias, donde cada vez hay menos resquicios para las sorpresas, sino también en sus onces iniciales, por más que esta larga ventana invite a dosificar esfuerzos. Aún así, siempre guarda un as en la manga. Esta vez fue Diego Llorente, un central cuya presencia en la selección fluctúa en función de las lesiones, las propias y las ajenas, y al que en esta ocasión le tocó incorporarse a la concentración de Las Rozas en segunda instancia por Aymeric Laporte. De repente se vio en el once titular ante Portugal.

También se guardaba un aldabonazo el seleccionador portugués, Fernando Santos. El banquillo de Cristiano Ronaldo no estaba en el guión previo del partido. Pero ahí estaba la estrella lusa, ultra bronceado, con pendiente de aro en la oreja y mirando de reojo a los titulares mientras él realizaba un rondo junto al círculo central junto al resto de suplentes portugueses. La última vez que Santos decidió prescindir de Cristiano en su once fue en un partido ante Andorra, en noviembre de 2020.

Pitado de forma estruendosa desde el calentamiento, en un odio visceral que se remonta a la etapa del luso en el Real Madrid, Cristiano apareció sobre el terreno de juego a falta de media hora para ser la guinda de un partido que nació mucho más caliente en la segunda mitad. Con 37 años se habla más ya de su declive futbolístico que de sus goles, por más que su peor temporada de la última década, también en el plano personal, la haya cerrado por encima de los 30 goles sumando los conseguidos en su club y en la selección. En Sevilla, sin embargo, pareció querer dar la razón a los que aseguran que su tiempo pasó. Intrascendente, incluso en el gol luso.

El partido del Villamarín refuerza en cambio a Álvaro Morata, que sigue empeñado en tirar por tierra el eterno debate del nueve y que devuelve la confianza a Luis Enrique con goles decisivos. El madrileño, que ya marcó dos tantos a Islandia en marzo, fue también el autor gol a Suecia del pasado noviembre que clasificó a España de forma directa para el Mundial. Con España ya suma 26 dianas. Iguala a Emilio Butragueño y se queda a solo un gol del sexto puesto histórico de Fernando Morientes.

Morata encuentra la felicidad en la selección en un momento en el que vuelve a tener comprometido su futuro, pues ni Atlético, poseedor de su contrato, ni Juventus, donde ha jugado cedido en las dos últimas temporadas, parecen contar con él para la próxima temporada. «¿Mi futuro? Cuando no depende de mí no puedo hacer nada. Tengo que seguir concentrado aquí y ya se verá», dijo nada más acabar. Así, es Morata un jugador en permanente reivindicación, un delantero particular al que solo Luis Enrique parece medir por algo más que las simples estadísticas. El jugador lo agradece y siempre encuentra el modo de brillar con la camiseta roja. El abrazo entre el seleccionador y el delantero al marcharse puso de manifiesto, otra vez, la inmejorable sintonía entre ambos.