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Dom, May

ABIERTO DE AUSTRALIA... Nadal, un pasito más cerca de la perfección

Deportes
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Luce rapidez de piernas y frescura de mano para batir a Khachanov y clasificarse para octavos tras 2 horas y 30 minutos

(ABC).- Reacciona Nadal con salto y vamos característico porque a los 28 minutos ya tiene el primer set en su poder. Rapidísimo de piernas y de ideas, provoca que Khachanov pregunte y pregunte a su palco cómo es posible que antes de caer en el saque ya tenga la pelota de Nadal en su campo. Así luce el español, en octavos de final y con todo el engranaje engrasado para las grandes cotas. Khachanov no era baladí, proyectiles en lugar de golpes, plata olímpica en agosto, aunque se haya desvirtuado su progresión en los últimos meses. Es la duodécima derrota ante un top diez que sufre el ruso, que empezó con el ímpetu de Rublev o Medvedev, pero se ha quedado estancado un paso por detrás.

 

En el partido, fue Nadal quien no le dejó avanzar ni un milímetro. Un punto logró el ruso en los doce primeros disputados. Las derechas del balear con efectos volaban, retorcidas tras el bote, ilegibles e inalcanzables. Khachanov no encontraba manera de responder, de que sus derechas, otrora potentes, se quedarán en nada o se volvieran contra él cuando pasaban por la mano de Nadal.

Le costó al ruso desatascarse. Y hasta cuando encontró alguna forma de hacer daño al 5 del mundo, no tuvo la paciencia suficiente para apuntillar la faena. 28 minutos duró el primer set y el primer juego del segundo superó los doce. Hasta ocho minutos se alargó el tercero. Elevado el ruso en esa segunda manga, pero hasta el límite que le dejó Nadal. Al final, 51 minutos de mucho nivel, pero el resultado señaló quién estaba más fino en los momentos donde se decide todo, los breakpoints, las opciones que o se cogen al vuelo o alimentan el hambre del rival: 6-2.

 

Pero ya estaba más cerca Khachanov. De ese tenis que lo había llevado en cursos anteriores hasta la octava plaza de la ATP, antes de la pandemia, impulsado por tres títulos, entre los que destaca el Masters 1.000 de París-Bercy. Desafió la buena dinámica de su rival y acabó por encontrar el camino. Mejorada la estrategia de la potencia, ajustados los servicios, más paciente en las resoluciones. Paliza, eso sí, porque ante Nadal hay que hacer todo eso y mucho más y durante mucho tiempo: 57 minutos.

 

Sin embargo, la regularidad se evaporó como vino. A Nadal no le entran nunca las prisas, sobre todo en este torneo en el que todo suma para bien, después de seis meses de parón por la lesión en el pie. Cogió calor en el ATP 250 de Melbourne y coge carrerilla ahora, asimilando el balear que cada reto es una pieza más que acopla a su regeneración. Y si Khachanov quería batalla desde el fondo, Nadal aceptó el reto. Ante las dificultades, multitud de recursos, hasta dar con la solución. Si había que mover y mover y mover a Khachanov, ahí estaba su derecha abierta, su revés cerrado, su concentración y su fe en que podía superar el bajón.

 

Es así como crece ante las dificultades, es así cómo se construye. Y si en la batalla logra encender al rival, desestabilizarlo, la confianza le permite burlar sus estrategias. Y permitirse golpes al límite que no haría si no saliera todo lo demás. Como lanzar una derecha invertida a 155 kilómetros por hora y convertirla en ganador. O como el punto para lograr el break definitivo en la cuarta manga, carrera de lado a lado y passing impecable de revés. Un tiro tan acertado para la victoria como necesario para creerse que todo es posible. Que ya está en octavos, que el pie responde, que el nivel sigue al alza, que ya está listo para lo que venga.