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Dom, May

La mejor versión de Nadal reta a la mejor de Djokovic en semifinales de París

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ROLAND GARROS... El español, que superó con nota la exigente prueba de Schwartzman, se cita en semifinales con el serbio, que sufrió con Berrettini

 

(ABC).- Y ni siquiera será la final. Esperaba París, y los protagonistas, este duelo desde el domingo 11 de octubre de 2020, cuando Rafael Nadal apabulló a Novak Djokovic en la final del Roland Garros del frío. Ya lo tiene, estupendo el balear cuando se le exigió, por parte de Diego Schwartzman, subir el nivel, firme el serbio apaciguando los ímpetus de Matteo Berrettini a pesar de dejarse el tercer set en el camino. Pero eso, el Nadal-Djokovic de mañana ni siquiera será una final.

 

«La diferencia es toda: la final es que, pase lo que pase, no hay nada más. Una semifinal, ganas, vale, muy feliz, estoy en la final, pero no he ganado nada. La preparación mental para un partido y otro es completamente diferente», explicaba Nadal tras encontrar a tiempo la tranquilidad para superar al argentino y construir la mejor versión de sí mismo, ya ajustada para lo que ambiciona. Y, sobre todo, es diferente si enfrente está Djokovic. Inesperadamente, el balear fue más sincero que nunca: «Sin ninguna duda, prefiero enfrentarme con él en la final porque eso significa que estoy yo ahí, esa es la puñetera realidad. Pase lo que pase, si ganas es el título y si pierdes, es una putada. En semifinales contra Djokovic será un partido difícil y aún tienes otro después».

 

Repitió, claro, que tiene que estar preparado, porque el reto es de los grandes aunque el serbio no sea el tenista imperial que es en superficie dura. Pero el balear está ya configurado con su mejor versión del torneo. Superó el siempre engañoso estreno contra Alexei Popyrin, firmó un primer set brillante contra Richard Gasquet, tuvo un entrenamiento de nivel ante Cameron Norrie y ajustó la última tecla contra Schwartzman, la de la tranquilidad cuando la situación se pone complicada.

 

Salió el argentino como sale siempre, con un tenis mayúsculo, la inteligencia de los mejores y la valentía de casi ninguno. Pero se marchó también como siempre, agotado tras un esfuerzo inútil porque quien juega las semifinales después de horas y 35 minutos es el español. Y son once derrotas por solo una victoria. Se lleva el mínimo orgullo, de ser otra vez quien rompe la racha del balear en número de sets consecutivos en Roland Garros. Lo paró en 2018, cuando también apretó al balear hasta que el parón por la lluvia lo alivió, y volvió a hacerlo hoy, poniendo el máximo en 36, desde la final de 2019 ante Dominic Thiem, imbatido por el momento Björn Borg en 41. «Siempre encuentra la forma de escaparse», admitía Schwartzman, once derrotas y solo una victoria. «Es doloroso, porque siguen llegando los partidos, y aunque sean parejos, tampoco lo puedo hacer esta vez. Estar más o menos cerca o no sigue siendo una derrota», hablaba por él y por todos los que han sucumbido al balear en los 104 partidos anteriores.

Es Nadal, estatua en la puerta de Roland Garros, trece Copas de los Mosqueteros, 105 victorias de 107 partidos, por cosas como esta. El tenis ya estaba conformado, la confianza situada en la cabeza tras el título en Roma y faltaba esta pieza con la que configurar la mejor versión posible. Porque ahora ya ha encontrado cómo responder ante las posibles dificultades.

Saber sufrir

Sabe que las tendrá ante Djokovic, arrollador en su encuentro contra Berrettini (6-3, 6-2, 6-7 (5) y 7-5, después de jugar con el alambre ante Lorenzo Musetti (6-7, 6-7, 6-1, 6-0 y 4-0). Le incomodan al serbio estos encuentros que no son los que él quiere, pero se puso serio ante el italiano en la sesión nocturna de la Chatrier. Dejó que Berrettini se desfogara a gusto con sus lanzamientos, y él respondió siempre una más, más potente incluso o más ajustada a la línea o más alta y más profunda. Berrettini, 25 años pero todavía falto de rodaje en la élite, ofreció algo más de resistencia en el tercer set y apoyado en un despiste monumental de Djokovic en el tie break, que tuvo dos saques para ganar y entregó el set. Alargada la contienda con parón incluido a mitad del cuarto porque el toque de queda, ampliado a las 11 de la noche, obligó al personal a salir a las 22.45 y los jugadores, para acelerar el proceso, se marcharon a vestuarios 20 minutos. En la reanudación, y con susto por caída y herida en la palma de la mano izquierda incorporada, el serbio, aunque al ralentí, -diría después que se quedó sin la energía del público- supo aguantar un poco más que el italiano, alarido de '¡Idemo!' a la grada vacía tras, a la tercera bola de partido, atrapar el partido que quería.

Nadal se crece ante Schwartzman

Él quiere a Nadal, a ser posible en la final, pero en esta edición deberá contentarse con las semifinales, undécimas. En tres de ellas lo frenó el español (2007, 2008 y 2013), especialmente duro de asimilar el encuentro de 2013 porque fueron cinco sets terminados con un 9-7. «Sí recuerdo, claro. Fue aquel partido dramático, sí. Un partido dificilísimo, tuve saque para ganar al cuarto set, y en el quinto pasó de todo. Incluso ese remate de Djokovic que tocó la red», recordaba Nadal sobre sus antecedentes en París.

Han sido también tres finales, en 2012, en 2014 y la de peor recuerdo para el serbio y mejor para el español, la de 2020. En el Roland Garros otoñal salió el equipo Djokovic convencido de que esta vez sí podría emular aquella única victoria, que no significó nada, de 2015. Aquella vez fue en cuartos de final y Stan Wawrinka acabaría llevándose el título que ya acariciaba. Pero el año pasado, de tan convencido que salió, acabó acribillado en un partido que duró dos horas y 41 minutos, pero mucho más la tortura, porque fue un 6-0 para empezar, un 6-2 para continuar y un mínimamente honroso 7-5 para concluir.

La espina es tan larga como los ocho meses que separan aquel partido de este. Que ni siquiera significa nada porque no habrá ceremonia ni himno al final, pero sí significa para esta rivalidad eterna que mantienen y que, por el momento, gana Djokovic por 29-28, pero es un 7-1 para el español en París. Este podría ser el empate y mucho más, pues el que gane se gana también la opción de una final, y de un Grand Slam más. Sería el 19 para el serbio y el 21 para Nadal, con el que desempataría con los 20 de Roger Federer en la lucha que los tres mantienen por la eternidad.