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Mar, May
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Hallan un planeta rocoso a casi 25 mil años luz de distancia, el más lejano descubierto hasta ahora

Ciencia y tecnología
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El nuevo mundo es similar a la Tierra y se encuentra en el bulbo de la Vía Láctea, la densa población de estrellas alrededor del centro de nuestra galaxia

(ABC) Por lo que sabemos, nuestra galaxia podría estar llena de planetas similares a la Tierra. Esa clase de mundos son, por supuesto, los que más interesan a los científicos, pero por desgracia son también los más difíciles de encontrar. Solo un tercio de los más de 4 mil planetas confirmados hasta ahora, en efecto, han resultado ser rocosos. Por eso, el anuncio de un nuevo exoplaneta "terrestre" resulta siempre algo excitante. Y en esta ocasión, esa excitación ha sido doble.

El nombre de esta nueva supertierra no es sencillo de recordar: OGLE-2018-BLG-0677b. Y pertenece a un pequeño subconjunto de planetas rocosos que orbitan más o menos a la misma distancia de su estrella que la Tierra. Es decir, que recibe la cantidad justa de calor para que en ellos pueda existir agua en estado líquido, uno de los elementos necesarios para la vida. El hallazgo se acaba de publicar en " The Astronomical Journal".

Este nuevo mundo se encuentra a 24 millones 722 mil 65 años luz de distancia de nosotros, lo que le convierte en uno de los exoplanetas más distantes descubiertos hasta ahora. De hecho, se encuentra muy cerca, o puede que dentro, del "bulbo galáctico", la región más densamente poblada de estrellas alrededor del centro de la Vía Láctea.

Una detección complicada

La mayoría de los exoplanetas que conocemos se han encontrado principalmente gracias a dos métodos: el del tránsito, que los detecta gracias a las minúsculas variaciones en la luz de la estrella cuando los planetas pasan por delante; y el del "bamboleo", que detecta los diminutos movimientos, o bamboleos, que la gravedad de los exoplanetas provoca en sus estrellas anfitrionas.

Existe, sin embargo, un tercer método de cazar planetas, y se basa en algunas predicciones de la Relatividad general de Einstein. Imagine dos estrellas en fila, una detrás de la otra, y a un observador (nosotros) en la misma línea pero un poco más lejos. Los rayos de luz de la estrella trasera (la fuente) se doblarán ligeramente cuando pasen cerca de la estrella más cercana (la lente) debido a su gravedad. Lo cual distorsiona y magnifica la luz de la fuente, como si de una enorme lupa se tratara. El fenómeno se conoce como "microlente gravitacional".

Hay tantas estrellas ahí fuera que el número de esas lentes es realmente grande. Y si añadimos un exoplaneta a la ecuación, su presencia creará una perturbación adicional en la luz de la fuente que llega hasta el observador. Lo cual puede medirse y ser reconocido como la "firma" de un planeta. Después, los astrónomos pueden analizar la curva de luz del evento de microlente para determinar los parámetros de ese planeta (masa, composición, tamaño, etc).

El evento fue observado independientemente por dos experimentos distintos, el Sistema de Alerta Temprana del Experimento de Lente Gravitacional Óptica (OGLE) y la Red de Telescopios de Microlente de Corea (KMTNet). Entre ambos, logran detectar unos 3 mil eventos de microlente cada año, aunque en la inmensa mayoría de los casos se trata solo de estrellas, sin planetas implicados. El estudio combinado de los dos conjuntos de datos contribuyó al análisis del nuevo exoplaneta.

Una supertierra de manual

De este modo, los investigadores determinaron que el nuevo mundo pertenece a la categoría de las supertierras, con una masa que es 3,96 veces la de nuestro propio planeta. Lo cual, además, lo convierte en uno de los exoplanetas con menor masa descubierto usando microlentes gravitacionales.

La estrella anfitriona es muy pequeña, apenas 0,12 veces la masa del Sol, tanto que no fue posible determinar si se trataba de una estrella de muy poca masa o de una enana marrón. La distancia del planeta a la estrella está entre 0, 63 y 0, 72 unidades astronómicas, lo que equivale a la distancia que hay entre Venus y el Sol. El nuevo mundo, además, órbita muy lentamente alrededor de la estrella, y su año dura 617 días.

Sin embargo, por ahora no es posible saber si OGLE-2018-BLG-0677b es, o no, habitable. Por un lado, en efecto, no conocemos la naturaleza de la estrella, y su temperatura y nivel de actividad juegan un importante papel en la habitabilidad tal y como la conocemos. Puede que con la próxima generación de telescopios, hoy en fase de construcción, algunas de esas dudas se despejen.

Mientras, los investigadores siguen acumulando mundos esperanzadores como este. ¿Quién sabe? A lo mejor alguno de ellos puede resultar ser, por fin, una segunda Tierra.