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Sáb, Abr

Stephanie Labbé, la futbolista que luchó por competir en un equipo masculino

Deportes
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MUNDIAL FEMENINO...La historia de la portera de la selección de Canadá se dio a conocer en 2018 cuando la contó ella misma en «The players' tribune»

Cuando Stephanie Labbé quiso recuperar la pasión perdida por el fútbol se propuso, de algún modo, volver a su infancia. Su carrera no estaba exenta de emociones: llevaba varios años jugando al máximo nivel en Suecia y venía de conseguir la medalla de bronce en los Juegos de Río. Pero algo fallaba y ya no disfrutaba siendo portera. Su historia se dio a conocer hace un año cuando ella misma la narró en la plataforma «The players' tribune», bajo un título que rezaba: «¿Qué pasó cuando intenté jugar al fútbol masculino?».

Todo empezó en Canadá, de donde es natural. Sus primeros compases deportivos no fueron en el fútbol, sino en una modalidad más propia del país americano: el hockey. Empezó jugando en el Spruce Grove Minor. Tal y como cuenta, durante su infancia sobre el hielo no había diferencia entre sexos, tan solo eran unos niños y niñas que competían por diversión. «Nunca olvidaré el primer día que jugué con el equipo», recuerda.

Pero el tiempo pasó y llegó la pubertad: «Aprendimos que nuestros cuerpos cambiaban y que muchos de mis compañeros crecerían más que yo. Al mismo tiempo, jugar con chicos dejó de ser tan inocente. Mis entrenadores me dijeron que los chicos iban a ducharse en el vestuario. Me enseñaron otra habitación para que lo hiciera yo». Su infancia se fue quedando atrás con el hockey, dejó a un lado las rodilleras y decidió probar con el fútbol.

Una estrella con los guantes

Con el balón empezó jugando en equipos femeninos, entrenando solo en ocasiones con los hombres. Para entonces ya no se imaginaba compitiendo con ellos como había hecho años atrás. Nunca lo pensóy se limitaba a jugar con sus compañeras. «Después de todo, siempre he amado el fútbol femenino», reconoce.

Pero tras los Juegos de Río algo cambió. Su pasión por el fútbol se fue diluyendo y quiso buscar nuevos retos. Llegó incluso a plantearse probar en otro deporte o dejarlo para siempre, pero ya era complicado deshacerse los guantes. Quería seguir sobre la hierba. «Decidí asumir el riesgo», escribe.

A comienzos de 2018 intentó que algún equipo masculino confiara en ella, no encontrando otra respuesta que no fuera una negativa. Pero cuando todo parecía perdido, apareció el Calgary Foothills, de la cuarta división estadounidense Su entrenador, Tommy Wheeldon Jr., fue franco con ella: «No te lo puedo garantizar, pero si demuestras que puedes jugar a este nivel, te juzgaré por tu habilidad. No me importa si eres un chico o una chica. Solo quiero buenos futbolistas». Había llegado su oportunidad.

«Cuando eres la única mujer que juega en un equipo de fútbol masculino, y también eres una portera, así es como van las cosas: Si eres realmente afortunada, a tu entrenador no le va a importar si eres de Venus o Marte [...] Él esperará que demuestres que eres tan talentosa como los porteros masculinos del equipo.».

Labbé trabajó más que nunca y terminó haciéndose un hueco en el equipo. «El volumen de entrenamiento era una locura. Era diferente a todo lo que había experimentado antes. […] Estaba muy cansada». El esfuerzo dio sus frutos y su cuerpo terminó respondiendo. «Lo mejor fue que cada día podía sentir mis piernas más fuertes. Mis manos más rápidas. Mis pases más inteligentes».

El debut y el varapalo

El momento más esperado fue cuando debutó en un amistoso de pretemporada contra el FC Edmonton, al que ganaron 4-0. Frente a frente con los hombres, Labbé dejó el marcador a cero. «¿En qué momento empezamos a creer que somos menos atletas que los chicos?», reflexiona ahora. Su historia, sin embargo, no tiene un final del todo feliz.

Antes de comenzar la temporada, la Federación comunicó al Calgary Foothills que no podía inscribirla, ya que iba contra las normas. Pese a los intentos de Labbé y del club por evitarlo, no fue posible. En su narración, aunque insiste en que «entiende» que haya distintas ligas para cada género, cree que hace falta un «reconsideración» al respecto.

El varapalo no le alejó del balón y hoy su Canadá, donde es titular, es una de las selecciones ya clasificadas para los octavos del Mundial femenino. Ante Camerún Nueva Zelanda Labbé defendió tan bien su portería como hizo aquella vez con el Calgary Foothills cuando la dejó a cero. Así lo ha hecho en 31 partidos de 63 disputados con su país.

Más recientemente, Marta, la futbolista brasileña, también se pronunció al respecto: «He jugado muchas veces con hombres y algunos de ellos eran bastante más fuertes y altos que yo. Sé que pueden intimidarme físicamente en el campo, pero eso lo compensaría con mi cerebro».

Labbé, aunque no terminó de cumplir su sueño de jugar un partido oficial con un equipo masculino, sí puso encima de la mesa un debate que está más vivo que nunca: ¿Pueden hombres y mujeres competir entre ellos en deportes como el fútbol?