05
Dom, May

La obsesión del delegado Pablo Amílcar por ser gobernador de Guerrero

Opinión
Typography

Epicentro /  Usa los programas de bienestar para meterse en la mente de la gente

En Guerrero, el delegado federal Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, busca con  obsesión desmedida ser el candidato de Morena a la gubernatura del estado. Amén de que usa los llamados Programas de Bienestar, para promocionarse y meterse en la mente de la gente. Antipático y soberbio, como muchos lo llaman en los corredores de la política o también el súper delegado e incluso ha realizado encuestas inducidas para hacerle creer a la gente que es quien encabeza las encuestas como una forma sutil de engaño.

Sin embargo, tal parece que el funcionario federal no le salen bien las cosas,  de todos es sabido que Sandoval Ballesteros controla indebidamente la política y los recursos en el Congreso Local de Guerrero,  pues usa a medios de comunicación que tienen contrato de publicidad, para promover su imagen y quienes se niegan, les cancela de inmediato su convenio. 

Intolerante a más no poder, el hombre que no ha podido acreditar sus estudios de economía porque no existe en el registro de cédulas profesionales la suya, ni tampoco su maestría en la Universidad de Yale y en medio de escándalos por propiedades que no declaró como patrimonio, sostiene que son casas heredadas  por su padre. Peleado con medio mundo, por su inexperiencia en el terreno de la política, el consentido de la familia, no ha podido siquiera cumplir con la encomienda del presidente de la república de hacer correctamente la entrega del fertilizante en tiempo y forma sin marginar a los campesinos.

Solo para recordar que el delegado que intenta ser candidato de Morena a la gubernatura, no trae más credenciales que ser “hermano de Irma Eréndira de la función pública y cuñado John M. Ackerman  asesor del presidente”, por lo demás solo trae consigo, aquel proceso electoral del 2018, donde para desgracia de Andrés Manuel, perdieron el 84 por ciento de los municipios. El responsable de la política interna de Morena en ese entonces, era el propio delegado, que a duras penas pudo llegar al Congreso de Guerrero como diputado plurinominal.

Si consideramos que su sueño es ser gobernador de Guerrero, tendría que pasar primero o al menos asemejarse a Félix Salgado Macedonio, quien encabeza actualmente las encuestas y que -sin saludar con sombrero ajeno-, se ha ganado a pulso la simpatía de la gente, por toda una historia de lucha social en la que también lo ha acompañado el  presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

En esta contienda electoral del 2021, no tiene ya tiempo el delegado federal Amílcar Sandoval para siquiera alcanzar a Salgado Macedonio, actual senador de la república y que además es capaz de poder conciliar con cualquier fuerza política del partido que sea. A Morena, no le conviene arriesgarse en lanzar a un candidato débil e incapaz de poder convencer al electorado por méritos propios. Eso sería como rechazar la oportunidad histórica de ganar la gubernatura que casi la tiene en la bolsa. 

A medida que se acercan los tiempos, arrecian los ataques en contra del delegado federal, en su necedad por llegar a Casa Guerrero. Con un equipo reducido de personas, el delegado ya anda en campaña intentando al menos que la gente lo conozca, pues toda su vida ha estado en la Ciudad de México y a decir de mucha gente nadie sabe quién es él ni tampoco qué ha hecho como funcionario federal.

Ni la amistad que dice tener con AMLO ni con la ayuda de su hermana o cuñado, puede posicionarse. En su rostro se observa la desesperación porque pese a que ha usado el aparato del gobierno federal, no ha podido cuajar o al menos hacer que la gente lo conozca.

Sandoval Ballesteros ignora que en Guerrero, “se respeta la voluntad popular”, por encima de los caprichos e imposición. Nadie en su sano juicio sería capaz de ver en ese delegado el perfil para ser candidato a gobernador de Guerrero. Recordar que ya lo fue y no pudo lograr mucho, nos hace pensar que ahora menos, cuando tiene enfrente a  un senador con mucho arraigo en la entidad, pero sobre todo con una fuerza impresionante que si fueran hoy las elecciones, con la mano en la cintura ganaba la elección.

Al final de la historia, veremos a un delegado que como pasó hace ya algunos años, volverá a perder y su sueños también se desvanecerán como también su forma de hacer política, pues que lejos de sumar, divide a las corrientes de Morena al sentirse dueño del partido.